Todos vamos a hacer la compra pensando “hoy no voy a gastar mucho”, y así creemos hacerlo hasta que llegamos a la caja y…¡Oh, sorpresa! Una vez más nos hemos pasado del presupuesto. Para evitarlo aquí os dejamos la continuación de “Gestionar bien el carrito de la compra I”.
Mas allá de los errores en la devolución del cambio o de los artículos pasados dos veces, también hay que fijarse en si los precios cobrados son los mismos que los que se indicaban en la tienda, especialmente para los artículos en promoción (tipo 2×1, o la segunda unidad al 30%).
Analizar el ticket de compra en casa.
Se trata de analizar cuales son los artículos más caros (de forma individual y por grupo de productos). A partir de allí, no es complicado imaginar estrategias para reducir el gasto. Por ejemplo, si vemos que la carne representa un peso muy importante de la factura, es posible mirar la posibilidad de reducir la importancia de la ternera en la dieta y sustituirla parcialmente por cerdo o pollo.
Hacer una sola compra a la semana.
Si vamos a comprar sin cesar, será muy difícil que podamos saber cuanto estamos comprando cada semana, y de esta manera también se complica ahorrar porque no tenemos referencias. Una compra a la semana (que puede ser repartida entre varias tiendas), nos ayudará a controlar el gasto.
Ponerse un objetivo de compra.
Una vez que tengamos más claro nuestro presupuesto habitual de compra, podemos ponernos un objetivo de gasto semanal para este apartado, que nos ayudará a ahorrar y a centrarnos en lo esencial.
No dejar que se pierdan los productos perecederos.
Aprender a ahorrar comprando, es también aprender a consumir de forma responsable. Normalmente tenemos una nevera muy grande, y si la llenamos con muchos productos es posible que alguno se dañe porque hemos tardado demasiado en consumirlo. A veces también se produce la situación que hayamos comprado algo que no nos gusta demasiado, y que siempre le preferimos otra cosa hasta que acabe dañándose. Suena obvio, pero no deberíamos nunca dejar que se pierda comida, que al final es dinero que tiramos literalmente.
Pensar en llevar las bolsas de plástico.
Es un gasto que parece ridículo, pero ahora que la mayoría de los supermercados cobran las bolsas de plástico, los 5 o 10 céntimos que nos gastemos por cada olvido es dinero perdido. Aunque reciclemos las bolsas para la basura nos saldría mucho más barato comprar las bolsas que sirven a tal efecto.
Comprar sin los niños.
Los niños son unos objetivos muy habituales de las campañas de publicidad, y no exclusivamente para productos para los más jóvenes. Las empresas tienen muy en cuenta que los adultos tienen más posibilidad de hacer compras imprevistas cuando están con sus hijos. Evidentemente, también influye la educación, pero incluso el niño más respetuoso intentará convencer de alguna forma a sus padres para comprar algún artículo adicional.
vía IdeasyAhorro