Sí, pero se lo comen enseguida. Los que vivís la peliaguda aventura de ser papás, sin duda sabréis que una de sus características es lo costoso que es. Hay mil archiperres para los niños, de todas las edades y para cualquier cosa. De todo y, además, carísimo. Las marcas comerciales son expertas en hacernos creer que nuestro hijo no puede pasar sin tal o cual cacharro y, claro, caemos (nosotros o algún familiar próximo, generalmente los abuelos) y al final lo compramos. Y, así, vamos acumulando trastos inútiles en su mayoría y, lo que es peor, vamos gastando dinero que podríamos aprovechar mejor.
Aunque si se sabe buscar y aplicar el sentido común sobreviviremos a esa intrincada etapa llamada infancia (para caer en la no menos apasionante adolescencia; claro, esto no ha hecho más que empezar…). Es decir, de lo que se trata es de saber discernir si, a eso que vamos a comprar, de verdad le vamos a sacar el provecho de lo que cuesta (y lo que ocupa) y si de verdad es imprescindible. Los que tengáis varios hijos coincidiréis en que hay algunos productos que sólo usasteis con el primero de ellos. Otros archiperres es posible que los uséis sólo porque ya los tenéis pero si los tuvieseis que comprar ahora seguramente no lo haríais.
Porque, como ya hemos dicho, en el mercado hay de todo y para todo, pero también lo hay a muy variados precios. Sin embargo, tenemos esa fea costumbre de creer que porque es más caro, es mejor. Bien, se trata de nuestros hijos, y todos queremos lo mejor para ellos, pero no caigamos en ese tópico porque sí. Si ya hemos decidido que sí, que nosotros o nuestro hijo necesita ese determinado producto, no debemos lanzarnos a su compra de buenas a primeras. Hay que comparar productos, con diferentes calidades y precios. Es decir, la comparativa calidad-precio. No siempre lo más caro es lo mejor.
Por último, animaros a echar un vistazo al mercado de segunda mano. Hay cosas muy buenas, tiradas de precio y prácticamente nuevas (los niños crecen muy rápido, tal vez demasiado). Y no sólo al comprar, también cuando vuestros hijos han crecido y ese producto ya no os es necesario, ponedlo a la venta. En Internet hay sitios especializados. Liberaréis espacio en casa y conseguiréis un dinerillo extra, que nunca viene mal.
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