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Cómo me convertí en una gran ahorradora en 12 meses

Cork, Irlanda. 2016

Buenas a todos, amigos ahorradores. En primer lugar, quiero dar las gracias a todos los que comentasteis en el post anterior. Muchas gracias por vuestra participación y os animo a todos a que me preguntéis lo que queráis.

En el post de hoy quiero hablaros de lo que me llevó a convertirme en una gran ahorradora. Qué fue lo que hizo click en mi cabeza para tomar las riendas de mi dinero de forma consciente y enfrentarme a ese bloqueo mental que tenía sobre las finanzas en general.

Para empezar, os contaré que antes de ser una buena ahorradora, tuve problemas económicos debido a una multa que me pusieron con 18 años y que fui arrastrando durante mucho tiempo, así que cuando pude pagarla para entonces la multa ya había ascendido a una gran cantidad. Además, me tocó pagarla en el peor momento, cuando vivía en Irlanda y acababa de dejarme gran parte de mis ahorros en estudios, alojamiento, formación y todo lo que conllevaba vivir en otro país.

Entonces me di cuenta de lo manirrota que había sido toda mi vida, de lo inconsciente que había sido gastando todos mis ahorros y de lo ignorante que era por no tener un colchón que me aportara tranquilidad por si tenía que afrontar inmediatamente algún problema en el futuro.

Es verdad que muchas veces aprendemos a base de golpes y para mí esta fue otra lección más que tuve que aprender así. Además, observé a mi alrededor y las personas de mi edad lo estaban haciendo casi igual de mal que yo con su dinero.. 

Así que decidí fijarme en las dos personas que para mí siempre han sido un gran referente en la vida: mi padre y mi abuelo. Los dos son personas que lo han hecho muy bien con su dinero pero cada uno de manera diferente. Mi padre siempre ha sido una persona muy generosa con los demás y con él mismo. Nunca se priva de nada y le gusta mucho invitar a sus amigos, familia, etc.. porque le hace feliz gastar su dinero así. Para no privarse de nada y poder darse los caprichos que ha querido, siempre ha sabido muy bien cómo invertir su dinero y cómo ganar más, por lo que jamás gastó por encima de sus posibilidades y nunca se endeudó. Por otro lado, tuve la figura de mi abuelo como buen ahorrador, ya que él siempre me decía que si ganaba 10, gastara 3 y ahorrara 7. Mi abuelo trabajaba mucho y muy bien, por lo que también pudo permitirse dar una buena educación a sus hijos y una buena vida a la familia. Así mi abuelo se convirtió en el primer preahorrador que conocí, término que descubriría más adelante y que a vosotros, mis queridos lectores, os explicaré en el siguiente post.

Entonces, desde mi amada tierra irlandesa, decidí poner en orden mis finanzas fusionando las lecciones más importantes que había aprendido de mis dos maestros: ahorrar, no endeudarse y disfrutar de la vida sin llegar ahogada a fin de mes.

Para ello, el primer paso que decidí dar fue crear un colchón de ahorros que me serviría para pagar imprevistos si me volvía a ver en algún apuro. Y fue lo mejor que pude hacer, porque más adelante me vería envuelta en otros gastos que no esperaba.

Para crear un buen colchón es fundamental que primero analices y conozcas tu situación económica actual y real. Así que lo primero que hice fue analizarme y saber:

Cuánto dinero tengo: este dato era fundamental para saber desde dónde partía mi  

            situación financiera.

Cuántos ingresos tengo: tenía claro que un 10% de mi sueldo mensual tenía que ir 

            para mi colchón de ahorros y no podía tocarlos.

Gastos fijos: aquí entraba el alojamiento, comida, internet, móvil, academia y 

            transporte.

Gastos variables: este paso era un poco más complicado de calcular, ya que 

            variaba dependiendo del mes. Aquí tenía que tener en cuenta mis gastos de ocio,  

            ropa, regalos o viajes y a veces tenía que elegir o dar prioridad a lo que me apetecía 

            hacer realmente para no gastar por encima de mis posibilidades.

Deudas: saldar mi deuda era mi principal objetivo para poder estar tranquila y 

            aumentar mi ahorro mensual. Por lo que destiné una parte de mi sueldo solamente a   

            la deuda y me puse como objetivo saldarla en 3 meses.

Gastos que tendré en 6 y 12 meses: conocer mis futuros gastos fue algo que me 

            ayudó mucho para poder establecerme metas e ir cumpliéndolas poco a poco. En mi 

            caso, tenía claro que me quería ir de vacaciones en verano y que ello implicaba 

            vuelos, alojamiento, etc.. así que hice un cálculo aproximado para ahorrar ese dinero

            y no tocarlo. Además, tenía varios exámenes que implicaban unas tasas que debía

            pagar llegado el momento, así que decidí hacer lo mismo, ahorrar ese dinero

            durante varios meses hasta que me tocara pagarlo y no tener que hacer un gran    

            desembolso después.

Y así, fue cómo empecé a dar mis primeros pasitos hacia el lado bueno, dejando atrás el lado oscuro de los excesos y el despilfarro.

En el siguiente post os contaré cómo teniendo en cuenta mi situación financiera, logré ahorrar sin esfuerzo y sin privarme de nada. Ahora, podéis dejarme abajo en comentarios todas vuestras preguntas y opiniones.

¡Hasta la próxima amigos!

Diario de una preahorradora

Como primer post de Diario de una preahorradora, me parece correcto contaros quién soy, a qué me dedico y lo más interesante para todos los lectores, de qué hablaré en el blog.

Me llamo Leticia, nací en Madrid hace ya casi 30 años y vivo en Madrid. Desde hace unos meses comparto casa con Charly, mi novio.

En la actualidad trabajo en Preahorro desde hace cinco años, ayudando a miles de personas a que tengan una gran libertad financiera y así vivan más felices y tranquilas sin preocupaciones económicas. Me gusta mucho mi trabajo y con él me paso muchas horas al día casi sin darme cuenta.

La intención y el motivo de crear este “diario” es el poder contaros mi experiencia personal sobre cómo logré conseguir una libertad financiera más elevada que la media de la gente de mi edad. Todo ello sin un gran sueldo y sin privarme de las cosas que más me gustan en el mundo y, que por desgracia, no suelen ser muy baratas: viajar y conciertos de rock.

Además, como he comentado antes, desde hace seis meses vivo con mi novio, lo que ha hecho que se multipliquen mis gastos fijos y haya tenido que reestructurar mis finanzas personales. Pero, por si esto fuera poco, antes de estos últimos seis meses estuvimos un año reformando el piso en el que ahora vivimos. Un año de facturas, obras, desconocidos entrando y saliendo de casa, incumplimientos de contrato, muebles que nunca llegaban, muebles que llegaban a medias, dolores de cabeza… En fin, todo lo que podía salir mal, salió fatal y reparar los desperfectos nos llevó más tiempo de lo que pensábamos.

Pero el bajón que dieron los números en nuestras cuentas corrientes fue inversamente proporcional al subidón de felicidad que sentíamos al ver cómo poco a poco llegábamos a nuestra meta a base de esfuerzos, dolor, sacrificios, sudor y lágrimas. Bueno, lo mismo estoy exagerando un poco. En realidad ni fueron tantos esfuerzos ni hubo tantos sacrificios, más bien llegamos gracias a la constancia de haber seguido una serie de acciones en el pasado que nos permitieron no caer en los dichosos préstamos bancarios, es decir, deudas con el banco, es es decir, el error más típico de cualquiera en esta situación. Error que nosotros no cometimos, aunque sí cometimos otros que os contaré más adelante para que vosotros no caigáis en ellos.

También he de confesar que tenía algunas ventajas a mi favor, pues trabajar en Preahorro y formarme sobre finanzas me catapultó a crear mi propio colchón de emergencias y poder tirar de él cuando más lo he necesitado, para no endeudarme. 

Reconozco que crear un colchón no me pareció difícil, lo conseguí como por “arte de magia”. Lo más difícil fue empezar, romper el hielo, agarrar las riendas de mi propia vida y reemplazar los malos hábitos por los buenos. Fue cuestión de formación y autodisciplina. Después sólo fue coser y cantar.

Pero esto no siempre fue así. Yo antes de formarme era bastante manirrota, me metí en algún que otro problema económico y no tenía ningún tipo de control sobre mis cuentas. En definitiva, iba como un pollo sin cabeza en el mundo de las finanzas y hablar de dinero me daba alergia, me parecía incluso grosero hablar de ello en público. ¡Qué equivocada estaba!. En el siguiente post os contaré qué fue lo que me hizo click en la cabeza para cambiar completamente el rumbo y convertirme en una de las mejores ahorradoras que conozco.