Uno de los quebraderos de cabeza a la hora de alquiler un inmueble es si lo haces con o sin muebles, ¿qué es más rentable? Para esclarecer este tema, aquí os dejamos un interesante post, con la esperanza de que puedas decidirte.
Con muebles.
La elección de una vivienda con muebles puede ser la más beneficiosa para los inquilinos en determinados momentos de su vida:
Las casas con muebles permiten habitarlas desde el primer momento, ya que se tiene todo lo necesario (muebles, electrodomésticos, aparatos eléctricos, etc.) para empezar a vivir.
Se evitan gastos que pueden ampliar los relacionados con el alquiler. En función de los metros cuadrados de la vivienda y de los muebles con que cuente, habilitar un piso puede suponer un desembolso cercano a 2.000 o 3.000 euros.
Es la opción idónea para personas que residan de manera temporal en un pueblo o ciudad (estudiantes, profesores, cuerpos de seguridad…). No necesitarán afrontar el coste de amueblar el piso, un gasto innecesario, ya que lo más probable será que cambien su destino laboral en pocos meses o años.
Es una solución eficaz cuando la vivienda se comparte con otros inquilinos. Si no está amueblada, cada uno trataría de imponer sus criterios para decorar la casa o tendrían que amueblarla por su cuenta.
Es una solución más adecuada para alquileres de corta duración, que no requieren de un proceso de cambio en el mobiliario de sus habitaciones.
También es una buena elección para inquilinos conformistas que no deseen dar un toque personal a las habitaciones de la vivienda.
Es lo más conveniente si se está en proceso de alquilar otra vivienda o de comprar un piso.
Sin muebles.
Para inquilinos más estables, la opción más conveniente es alquilar una casa vacía, cuyas ventajas son las siguientes:
Permite a los futuros moradores hacer una elección del mobiliario a su gusto, más personal y en función de sus preferencias decorativas o del tipo de familia que se instale.
Está más indicado para inquilinos estables que desean que esa casa sea su hogar durante gran parte de su vida, sin intención de cambiar en los próximos años.
Conlleva una renovación periódica de los elementos decorativos y de mobiliario, acorde a las necesidades de los recién llegados a la vivienda (vivir en pareja, nacimiento de un hijo, etc.).
Brinda la posibilidad de trasladar su mobiliario desde el anterior domicilio, así como elementos decorativos heredados de la familia o con una importante carga sentimental.
Se puede elegir el destino de las habitaciones, en función de las necesidades de los inquilinos.
Vía Eroski Consumer